domingo, 30 de diciembre de 2012

LA VIDA CONTROVERTIDA DE ROUSSEAU

1. INTRODUCCIÓN


Jean-Jacques Rousseau nació en Ginebra el 28 de junio de 1712 y falleció en Francia, 2 de julio de 1778. Considerado polímata -persona que conoce en profundidad sobre diversos campos de estudios-, fue un escritor, filósofo, músico, botánico y naturalista ilustrado, a pesar de las contradicciones que lo separaron de los principales representantes de la Ilustración.

            Sus ideas políticas influyeron en gran medida en la Revolución Francesa, en el desarrollo de las teorías republicanas y el crecimiento del nacionalismo. Su pensamiento radical y revolucionario está probablemente mejor expresado en sus frases más célebres como la de que el hombre nace libre, de EL CONTRATO SOCIAL, y el hombre es bueno por naturaleza, de EMILIO O DE LA EDUCACIÓN. Estas obras inspiran el pensamiento político moderno -voluntad general- y fueron decisivas para el pensamiento pedagógico moderno y contemporáneo, respectivamente.

                Para comprender su ideología tanto política y social como educativa, conviene saber primero cómo fue su vida con el fin de comprender cómo y por qué llegó a pensar como lo hizo. Para ello realizaré un pequeño resumen sobre su vida enlazando con las explicaciones sus obras.



2. BIOGRAFÍA Y OBRA


Nacido en Ginebra el 28 de Junio de 1712, que en aquel entonces era una ciudad estado autónoma y confesional de religión calvinista, Jean Jacques Rousseau fue el segundo hijo de una familia económicamente modesta y de religión protestante, de la que recibió una deficiente educación. Durante toda su vida su origen ginebrino va a ser un elemento orgulloso e impulsor de su pensamiento político.

Su vida no fue fácil después de que su madre muriese a los pocos días después de su nacimiento a consecuencia del parto, y al abandono por parte de su padre, relojero de costumbres libres y curiosas, y aficionado a la música y bailarín, que tuvo que exiliar permanentemente por una disputa con un militar de buena familia-, y posteriormente por su hermano, a los tan sólo diez años.
Es entonces cuando pasa a vivir con sus tíos maternos Bernard, en cuya casa experimentará el afecto y la disciplina de la educación y la vida en familia por primera y única vez en su vida -en sus relatos autobiográficos él mismo declara que fue la etapa más feliz-.

Al poco tiempo queda al cuidado del pastor Lambercier hasta 1724 (12 años), fecha en la que comienza a trabajar en diferentes oficios. Emprende entonces una vida ajetreada en que unas veces es criadillo y otras, aprendiz.

Por razones aún no esclarecidas abandonó Ginebra vagabundeando los caminos sin destino prefijado. Entre los distintos y desconocidos motivos que le llevaron al abandono de la ciudad nos podemos encontrar dos de mayor trascendencia: por un lado, la huida de uno de sus trabajos como ayudante de un grabador debido a sus violentos modales; y por otro lado, no esperar hasta el amanecer para la apertura de las puertas de las murallas de la ciudad que las encontró cerradas al volver tarde de un paseo campestre fuera de la cuidad.
Dicho esto, anduvo por distintas ciudades hasta llegar a Annency, donde fue acogido por Mme. De Warens, conversa al catolicismo que pretendía que Rousseau retractase del protestantismo, y la persona que posiblemente, como él mismo reconoce, más influencia tuvo en su vida.
Cuando Mme. De Warens le envió a Turín para ser bautizado y convertido, Rousseau se ganó la vida temporalmente para la esposa de un tendero estando al servicio de Mme. De Vercellis, para que en un año después (1728) servir en la casa del conde de Gouvon.

Entre 1729 y 1730, Rousseau deambula por numerosas ciudades dedicándose a enseñar música. En 1731 viaja por primera vez a París, donde trabaja como preceptor. A finales de dicho año se traslada de nuevo a casa de Mme. De Warens en Chámbery, que le consigue un empleo en el catastro de Saboya, residiendo durante ocho años, en los que se dedica a estudiar música, filosofía, química, matemáticas y latín.
Tras diversas sucesos, decepcionado y fracasado, en 1742 Rousseau viaja nuevamente a París para presentar un nuevo sistema de notación musical que la Academia no consideró ni útil ni original.
Allí vivió gracias a sus conocimientos musicales con los que pudo dar clases, copiar partituras y componer óperas. En esta etapa vive la dura experiencia del desclasamiento social –no integración total- en el establishment - grupo social cerrado dominante o élite que detenta el poder o la autoridad en una nación, que selecciona a sus propios miembros, independientemente de la herencia, méritos o elecciones-, considerándole de inferior condición social, lo que le provoca una aversión personal acusada y causó una actitud hostil hacia esa sociedad artificial, cruel y falta de sinceridad, así como una desconfianza general hacia sus amigos, entre los que se encontraba Diderot y otras figuras ilustradas, que se fue agudizando con los años hasta convertirse en manía persecutoria.
Durante en estas fechas, concretamente en 1743, y en esos lares, publica Disertación sobre la música moderna.

Al año siguiente, en 1744, tras diversas relaciones amorosas con mujeres cultas de origen noble, a los 33 años decidió unir su vida a la de Teresa Levasseur, criada analfabeta con quien estuvo hasta su muerte con la que tuvo cinco hijos que debido a su gran preocupación educativa no le llevó a educar a ninguno abandonándolos a la beneficencia pública al poco tiempo de nacer.

Después de redactar numerosos artículos sobre música para la Enciclopedia a petición de D’Alembert, representa en 1745 la ópera Las musas galantes y establece amistad con Grimm y Diderot.

Fue en una visita a Diderot a la cárcel cuando leyó en un periódico que se celebraba un concurso de ensayo de la Academia de Dijon, cuyo tema trataba sobre los beneficios de las artes y las ciencias para la moral y el progreso humano.
Esperando que en plena convulsión ilustrativa que todos los asistentes hicieran una alabanza del saber moderno, Rousseau se presenta en 1750 con el ensayo Discurso sobre las ciencias y las artes, obra en la que mantenía una postura pesimista y se oponía abiertamente al pensamiento de los filósofos ilustrados, considerando a las artes y las ciencias como fuentes de perversión y esclavitud que contribuían a la degeneración y deshonra del hombre, causando tantas controversias que tuvo que abandonar su puesto y dedicarse a trabajar como copista de música.

En 1752 presenta en la Corte su ópera El adivino del pueblo y, dos años más tarde, en 1745 se publican dos sus obras: el artículo Economía política en el tomo V de la Enciclopedia; y Discurso sobre el origen y el fundamento de la desigualdad entre los hombres. Esta última obra la presentó como respuesta al concurso que la Academia de Dijon convocó en 1743. Aunque no se llevó ningún premio, sí despertó nuevas polémicas respecto a la dura crítica que realiza sobre las instituciones políticas y sociales como grandes corruptoras de la inocencia y bondad naturales del hombre. Entre los ataques nos encontramos el de Voltaire, que la consideró como una obra en contra el género humano
Rousseau volvió a Ginebra donde se acogió de nuevo al calvinismo y sufrió el rechazo de sus ideas por parte de la clase ilustrada, lo que contribuyó a agriar aún más su carácter. Buscando tranquilidad en el bosque de Montmorency, se instaló en 1756 en la casa de campo de Mme. D’Epinay junto a Teresa y la madre de ésta, surgiendo problemas debido a los sentimientos que se despertaron en Rousseau hacia la condesa D’Houdetot, lo que finalmente provocó que las dos mujeres cortasen sus relaciones.

Aunque en 1757 Rousseau sigue viviendo en el bosque se cambió a una casa de Luxemburgo, donde escribe y publica en 1761 su novela epistolar La nueva Eloísa, en la que manifiesta con toda claridad su espíritu prerromántico.

Al año siguiente, 1762, publica dos de sus obras más importantes. Por un lado la de El contrato social o principios de derecho político –en la que muestra el ideal de sociedad reforzando la idea de pacto social de Locke con la noción de contrato, y en la que muchas de las ideas expuestas inspiran el pensamiento político moderno, como voluntad general-.




Y por otro lado, Emilio o de la Educación, obra decisiva para el pensamiento pedagógico moderno y contemporáneo, que se divide en cinco libros correspondientes a etapas de la vida en los que se va exponiendo con lujo de detalles, realismo y minuciosidad recomendaciones sobre cómo él mismo educaría a un pupilo imaginario, que tan sólo pretenden ser orientativas, y no para llevarlas a cabo como un noble francés le notificó que en su familia se seguían los dictados del libro con sus hijos.





Ambas obras se oponían de forma contundente al liberalismo de Montesquieu, al utilitarismo, a toda forma de aristocratismo ideológico o político, por lo que el Parlamento de París censura el libro como obra antirreligiosa por sus ideas sobre la religión natural en el quinto libro y da la orden de detención de su autor.

Esta reacción oficial lanza a Rousseau a una vida de errante exiliado por Suiza, pues ha de ir cambiando de residencia a medida que El contrato y Emilio son condenados por las autoridades de las diversas ciudades como Ginebra, Holanda o Berna, hasta refugiarse en Neuchâtel (Prusia) y en Inglaterra en 1766, invitado por el filósofo David Hume, pensando que podría conseguirle una pensión del rey Jorge III, pero sus trastornos mentales y las manías persecutorias le enfrentaron con todos sus amigos.

En 1767 regresa a Francia donde estuvo en diversas residencias y durante los escribe Las Confesiones. Finalmente, en 1770, vuelve a París con la intención de confundir a todos sus enemigos que no le hicieron caso, teniendo que recurrir a su viejo oficio de copista de música para poder vivir. Son los años en que compone Los diálogos o Rousseau juez, y Los sueños del paseante solitario (1776).

Pero si bien Rousseau era persona non grata para las autoridades en algunos sitios -mencionados anteriormente- o el centro de las burlas cuando comenzó a usar vestiduras extravagantes y tártaras; era admirado y protegido por muchas personas que configuraban principalmente la nobleza ilustrada de Francia y Centroeuropa, que le protegen y hospedan. Por ello no es de extrañar que el admirador marqués de Girardin, le acoja en su palacio de Ermenonville (Francia), siendo ésta su última residencia, ya que dos meses después, el 2 de julio de 1778, falleció súbitamente (parece ser que a consecuencia de una apoplejía, si bien algunos sospechan sobre la posibilidad del suicidio). Allí reposaron sus restos hasta que la Convención dispuso su traslado al Panteón.




3. PRINCIPIOS DE LA PEDAGOGÍA ROUSSEAUNIANA  



Es preciso considerar a Rousseau como el inspirador de ideas pedagógicas modernas sobre la tarea educativa como facilitadora del desarrollo espontáneo y libre; la adecuación de los contenidos instructivos a las exigencias de los períodos evolutivos del niño; la importancia de la actividad y de la experiencia en el proceso de aprendizaje; y la motivación del interés.
Empero, no puede decirse que se trate de una teoría coherente y sistemática con ideas abstractas, sino más bien de intuiciones y observaciones psicológicas agudas y subjetivas –se basa en experiencias y hechos de su vida y el balance que de ella hace-, pero que son aisladas y muchas veces erróneas.

A continuación, expondré las ideas principales que expuso con el fin de saber de dónde surgen los principios de la pedagogía moderna.

Para Rousseau es importante el naturalismo, que el que reside en el hombre natural es bondadoso y que se revela en los impulsos espontáneos – claves para encontrar la senda perdida de la naturaleza, y demostrado cuando los contrapone con los culturales (normas y costumbres sociales), es decir, el mal no reside en el hombre natural, que aunque sí puede ser ocasión de que aparezcan debido a su estado originario de miseria y debilidad (no valorando positivamente la necesidad de pedir ayuda, sino negativamente el dominar a los otros para salir de su debilidad, originándose así las instituciones sociales, las voluntades particulares y el contrato), sino que la verdadera causa de la infelicidad humana es experimentar el mal existente en el mundo. 

Respecto al individualismo, Rousseau se opone la vida social considerándola nefasta y funesta que con sus instituciones y costumbres desnaturaliza los impulsos, pervierte la naturaleza humana e intensifica la dependencia del individuo respecto a la cultura de la civilización, perpetuando así el estado de miseria y debilidad, y viciosidad de todo lo que tiene, piensa y hace el hombre.
Para que la vida natural sea efectiva se debe fomentar eficazmente su autonomía, independencia, donde se concibe la libertad o la independencia isolativa del individuo, y autosuficiencia.
De aquí radica la grave contradicción en la pedagogía rousseauniana, pues a pesar de que la meta del proceso educativo es la constitución de una sociedad fuerte que prevalezca la voluntad particular, se está educando a un ser antisocial que no encajará en un colectivo de individualidades radicales en el que, una vez logrado el autodominio mediante la plena autonomía, se podrá entregar la voluntad particular a la general, anulando toda afirmación y deseo individual.

            En cuanto a la pedagogía en sí, Rousseau no ha pretendido un tratado sobre educación, sino sobre la perfección humana (utópica), exponer y ayudar a descubrir la bondad natural del hombre pervertido por la civilización que demuestra como el vicio y el error ajenos a su constitución se introducen en él desde fuera y lo alteran progresivamente.
Desde un punto de vista racionalista defiende que la educación y el derecho realizarán la reforma de la sociedad, estableciendo progresivamente el orden natural en la civilización, que llevarán a cabo la auténtica emancipación del hombre; pero para ello es necesario la acción política y educativa (El Contrato Social y Emilio). Esta interpretación no es errónea, pero sí insuficiente, pues considera la educación como una acción secundaria y el medio para conseguir la verdadera acción de mejora humana que es la política, es decir, que la educación es sólo la preparación para la vida madura que una vez lograda carece de sentido propio y es sustituida por la política.

Ahora bien, pedagógicamente no está nada claro que la formación individualista se aproxime a la integración del sujeto en la sociedad.

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